Siempre hemos buscado estatus en la sociedad, no se trata de dinero, se trata de poder y de importancia.
El estatus dicta la posición social que un individuo ocupa dentro de un grupo de personas. Estas creencias sobre quién es más o menos, por ejemplo; honorable, respetable, popular, rico o inteligente, se comparten ámpliamente entre los miembros de la sociedad. Las personas usamos jerarquías para decidir quién “controla y es poderoso”, quién es digno y quién merece acceso a recursos valiosos. Esto no es algo que hacemos porque nos guste discriminar, sino porque hace parte de nuestra naturaleza. Estamos juzgando todo el tiempo, quitando y otorgando cualidades y derechos basados en nuestros sentidos y experiencia.
Las jerarquías son universales en todas las sociedades humanas, otorgan beneficios valiosos a quienes son considerados más importantes, como una mejor salud, aprobación social, recursos, influencia y libertad.
No solo estamos hablando de dinero, aunque claramente es el ejemplo más práctico, si tienes dinero, eres popular y tienes influencia. Pero tal vez a una deportista de alto rendimiento eso no le importe en absoluto, porque lo que ella percibe como poder o estatus, es el estado físico y de salud, el número de competencias ganadas.
- Riqueza / ingreso (el más común): vínculos entre personas con similar ingreso personal
- Género: vínculos entre personas del mismo sexo y sexualidad
- Estado político: vínculos entre personas del mismo punto de vista / estado político
- Religión: lazos entre personas de la misma religión
- Raza / origen étnico: vínculos entre personas del mismo grupo étnico / racial
- Clase social: vínculos entre personas nacidas en el mismo grupo económico
“Todo el mundo quiere ser importante, o estar en el círculo social del importante”, no hablamos de dinero, hablamos de estatus”.
El estatus que las personas quieren mostrar o aparentar, afecta sus decisiones de compra, por eso en el mercado hay coches de lujo, deportivos, 4×4, familiares, porque para todos, el estatus es algo diferente. Comprar, por más que queramos pensar que es algo que hacemos con total control, es algo mucho más animal de lo que nos podemos imaginar. Cuando de verdad queremos algo, no es porque simplemente lo necesitamos, en la compra hay implicados un montón de factores que desconocemos por completo y el estatus es uno de ellos, siempre que adquirimos algo, también queremos demostrar algo.
Por decirlo de alguna manera, todo lo que levas puesto y como te ves, es una especie de carné de identidad que dice quién eres, de dónde vienes y cual es tu posición en la sociedad. Cualquiera que sea el producto que vendas o el servicio que ofrezcas, debe tener carácter, una imagen, personalidad, debe comunicar aquello que lo diferencia de los otros.
¿A qué grupo de personas crees que va dirigida la publicidad de coches eléctricos por ejemplo? ¿Para qué grupo de personas podría ser un símbolo de estatus tener un coche así? ¿Para los jubilados? ¿Para los milenials? ¿Para la generación X? ¿Para los hipsters? ¿Para un ejecutivo? Y si no es un coche eléctrico sino una Harley Davidson o un Skate Board…
El peor error de una marca es pensar que sus productos se van a vender por si mismos, si bien es verdad que pasa en algunos casos, no es la regla, hay que invertir en una buena imagen para nuestro producto. Eso no necesariamente significa gastarse mucho dinero en ello, sólo lo suficiente para que el producto transmitir aquello que queremos.
Por último, te recomendamos que te asesores de un experto a la hora de crear la imagen de una marca, producto o servicio, ya verás como todo esfuerzo se verá reflejado en tus ventas.
Germán Ruiz
Director & CEO
Nexos Estrategias y Medios
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